
Es que basta con darle la vuelta a una manzana para invocar el (re) afrancesamiento de la colonia. Ese con el que Porfirio Díaz casi se hubiera sentido orgulloso. Ese que te roba un suspiro y hace que la nostalgia entre por cada poro de la piel. Nostalgia no por el bello Paris ni por sus calles de formas perfectas dispuestas siempre a complacer los sentidos de quien las recorre. Nostalgia por La Ciudad. Esta ciudad. Por su grandeza. Su perfecta imperfección.
Esta admirable ciudad que continuamente se reinventa. Se conjuga en la forma y el tiempo que le pongan. Ciudad ecléctica que se combina tomando los mejores elementos del concierto internacional. Diversa y cosmopolita a morir. Abierta siempre a culturas y costumbres diferentes. Contrastante y contradictoria por antonomasia que me ha hecho amarla desde que tengo recuerdo, por su savoir faire del desmadre en el que no hay una lógica o racional explicación de cómo es que las cosas funcionan en este lugar en el que nada es del todo inesperado y todo puede suceder.
A very special place.