La importancia de llamarse Yves.

Él llegó al mundo de la moda, y lo revolucionó todo.

Precedido únicamente por la magnificencia de Gabrielle Chanel,  Yves Saint Laurent abre, para la estética femenina moderna una nueva y transformadora etapa. Casi iconoclasta.

El punto de partida esencial sobre la importancia de llamarse Yves, es haberle dado a la mujer el poder de vestirse como hombre. Como mujer, pero como hombre.

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Botines Colección Opium. 

La relación existente entre el rápido ascenso del movimiento de liberación femenina, y la necesidad de este género de armarse con un estilo distintivo, único, inédito que reflejara los ideales y objetivos del momento, <circa 1960>, otorgó a Saint Laurent la gloria de haber encontrado la inminente expresión social del vestido.

Desde la médula del Africa septentrional, nacido en Argelia y transcurriendo parte de su vida en Marrakech, su visión surge con una profunda vocación y sentido artístico, característico de quienes nunca dejan de mirar alrededor, de quienes nunca permanecerán pasivos ante una imagen. Menos aun de un contexto.

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Musée Yves Saint Laurent. Marrakech.

Así, su obra se encuentra magistralmente influenciada por el arte de su época. Así, el arte inspirando arte.

Baste mencionar el vestido de la colección Mondrian <1965> que pertenece al caudal de uno de los dos museos epónimos del diseñador, el de Marrakech, ante el cual, genuinamente, sobran las palabras y cuya característica más importante es reflejar el nuevo orden establecido, bajo el que una creación artística ya no se limitará a colgar de una pared y por el contrario se encuentra ya <listo para usarse>.

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Vestido Colección Mondrian.

 

 

 

 

On simplicity

On simplicity

Nunca he sido una persona de ostentación ni pretensiones. Aprender a expresarme desde la simplicidad, ha sido el camino corto para encontrar mi estilo. El propio. Casi irrevocable y personalísimo.

 

Y es que una white t-shirt puede decirlo todo. Al lado de un par de blue jeans, vence inapelablemente la provocación de llenarse de elementos recargados, lo que muy frecuentemente es una irresistible tentación, porque no siempre less tiene que ser more.

 

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El encanto del mix, consiste en que no puedo pensar en un lugar, en cualquier sábado, de cualquier verano en el que resultare inapropiado.

Es ahí donde se encuentra la auténtica elegancia, la genuina, la que nunca pasará de moda, con la versatilidad. La posibilidad de ir a donde quieras. De hacer lo que sea. De sentirte invencible, cómoda y segura sin importar los planes que te reserve el fin.

Ahí la magia de la simplicidad.

 

Clothes with a life of their own.

Clothes with a life of their own.

Encuentro inverosímil darme cuenta de cómo las posibilidades pueden ser infinitas cuando te enfundas en el par de trousers más conservador, te subes a stilettos que podrían hacerte alcanzar las estrellas, te armas del self-confidence que nunca has tenido y casi por casualidad encuentras el escenario que si bien no es absolutamente inapropiado, esta muy cerca de serlo.

 

Dress for who? Dress for no one.

Dress for who? Dress for no one.

Comúnmente, se impone la idea de que nuestra particular selección de ropa está asociada a la necesidad de causar un impacto. Ya en alguien más, ya in ourselves.
Personalmente, me gusta pensar en la elección de ropa que cada día hago, como una manera effortless de poner en telas, colores, formas, texturas lo que soy. Como la más autentica forma de reconocerme, asimilarme y traducirme. Así. Sin mucho esfuerzo.