Me gusta tomar fotos porque siento que le robo un cachito a la realidad.

El, es Carlos Sallas. Ilustrador.

Lo sé por que lo dice su Instagram feed. Lo cierto es que en realidad no intercambie con él más de tres líneas en las que me pedía le compartiera las fotos que me permitió tomar.

Lo encontré dando la vuelta en las calles de Tabasco y Mérida, apenas dando tres pasos y ahí estaba, ofreciéndome el retrato. Invitando a capturar una fracción, de un sólo segundo en su vida que podría describirse en tres palabras: Amor al arte.

¿La expresión en su rostro? Como la de quien hubiese podido morir al día siguiente y no importaría porque ya se le estaba yendo la misma vida en ese mural.

Su obra, de líneas relajadas pero precisas, me parece súper linda. Y yendo un poco más allá, encuentro su pasión por lo que hace, superlativamente admirable. Simply remarkable.

Me permitió (re) descubrir el sentido más puro del desgastado «do what you love, love what you do»  as a sign of a truly meaningful life.

Ciertamente la foto no le hace justicia. Juro que sigo aprendiendo. Pero logré robarme un cachito de realidad.

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