
Y el problema no es que ande. El problema es que su andar es limitado. Y nos transcurre casi todo tomándolo por cierto, dándolo por hecho. Cuando no tenemos una sola hora que perder. Ni una sola hora que desaprovechar. Para explorar caminos diversos de los que hemos transitado, caminos que nos lleven a conocer otras vidas, otras formas, otras culturas. O para los que, como yo, hacemos las cosas medio al revés, medio en sentido contrario y empezamos por el final motivados por el pánico de que no vayamos a llegar, sin esperar turnos, no tenemos una sola hora que malgastar para recuperar lo que nos hemos saltado. So, take the plane. Hit the road.